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Master: Mauri

Jugadores: Marta, Iolanda, Enric, Turpi, Fiber, Andrea

Horario: Domingos Tarde, Semana B1

En una ciudad del mar interior se reunen una serie de curiosos personajes como pasajeros de un extraño barco. Son una asesina, un ladrón-mago, una marinera, un medio elfo ladrón y una pareja de elfos: un druida  y su «guardaespaldas», una elfa exploradora no muy convencida de su papel de guardaespaldas.

Nota: Esta partida se va alternando con la partida de Space 1889 que se juega en el mismo horario.

Portada - Qualor

Este es el diario de Anda-Wen. Esta escrito como si lo relatara a su «guardaespaldas», una elfa exploradora que le acompaña en su viaje.

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Salimos de nuestros sagrados bosques del norte para ir a una decadente y sucia ciudad del sur. Tú estabas extrañamente callada. Quizás algo molesta por las órdenes de nuestros jefes. Ya sé que a una pequeña, joven y rebelde elfa como tú no le gusta recibir órdenes. Pero es lo que hay, yo también las recibí y tampoco me gustaron.

Llegamos a la ciudad y contactamos con un mediano marino que tenía un barco muy curioso. Al menos no era de madera, no destrozaron el bosque para hacerlo. Allí nos juntamos con una panda de criminales que también iban a Abu Dabi. Creo que eran un par de ladrones (uno mestizo), una asesina y un pirata. Salimos un poco para ver la ciudad pero tú estabas muy cansada y te fuiste a dormir…

Cuando despertaste ya estábamos en ruta. El barco era muy veloz, quizás demasiado, y además tú y yo, al ser elfos, sentíamos una perturbación en la fuerz… Aura.

Cruzamos el mar hasta llegar a las cercanías de una isla… bueno, era una isla, sí, pero del tamaño de Irlanda. Se podía ir por el norte, cuya costa continental estaba gobernada por Larisia (una especie de Roma Imperial) donde si te pillaban te hacían pagar un peaje monstruoso o por el sur, cuyas aguas estaban dominadas por la ciudad africana de Delentha (una especie de Cartago) donde si te pillaban te esclavizaban. Además la isla estaba llena de naciones pirata.

Decidimos ir por el norte, confiando en la velocidad de nuestra nave para evitar las patrullas de Larisia, pero nos encontramos con una poderosa flota de esos recaudadores de impuestos a la que esquivamos gracias a la agilidad de nuestro buque.

Después de meditar un segundo llegamos a la conclusión de que era un pelín exagerado enviar una flota para cobrar impuestos así que debía haber algo más. De todas formas decidimos no arriesgarnos y nos desviamos hacia el sur con la esperanza de evitar los sin duda escasos barcos patrulla esclavistas.

Y, claro, yendo hacia el sur nos tropezamos con la típica flota pirata a la que despistamos sólo para toparnos de frente con la flota de esclavistas delenthianos. Decididamente algo raro estaba pasando. Probablemente había estallado una guerra entre las dos naciones y los piratas habían vendido sus servicios a uno de los bandos. Por suerte conseguimos pasar inadvertidos y pudimos recalar en la costa africana donde pasamos la noche escondidos. Pero la situación era imposible, con tanto barco en busca de jarana el paso resultaba infranqueable. Entonces el capitán decidió usar las capacidades especiales de su nave.

Me llamó a mí y a otro de nuestros acompañantes, el ladrón humano que por lo visto tenía cierto conocimiento en las artes arcanas, y nos dijo que iba a usar los poderes de la nave para seguir “otro camino” y que quizás necesitaría de nuestra ayuda en algún momento. Cogió el timón que, ahora que me fijaba, era un poco raro y, mirando con los ojos adecuados, emitía un resplandor decididamente mágico.

Por el esfuerzo reflejado en la cara del capitán deduje que sin duda estaba suministrando puntos de energía de su ser al timón con algún extraño propósito que pronto se hizo evidente. Dirigió el barco hacia la costa y… ¡siguió adelante!

Avanzamos a una velocidad endiablada adentrándonos en el continente. Era algo increíble, los árboles se apartaban a nuestro paso y apenas dejábamos estela en la tierra. Todo parecía ir bien, a pesar de lo extraño del asunto, cuando de repente la expresión del capitán cambió. Algo malo pasaba.

Nos llamó a los dos magos y nos explicó que el barco lo había conseguido por un trato entre el señor elemental del agua y el de la tierra. Que al parecer el del agua aceptó el trato de buen grado pero el de la tierra no estuvo muy de acuerdo. De forma que al tocar el barco su reino, la tierra, él se había sentido muy tentado a tomar lo que pensaba era suyo por derecho. Y ahora mismo nos estaba siguiendo. Apenas acababa de decir aquello cuando alguien soltó un grito mirando hacia atrás. Y allí, en el horizonte, entre la bruma y las nubes bajas, se podía distinguir una figura que se alzaba por encima: era un gigante que debía tener una altura de unos 150 metros, y que avanzaba con sus grandes zancadas hacia nosotros.

El capitán necesitaba energía para acelerar la nave y evidentemente se la dimos. Así pudo mantener la distancia con el gigantesco señor de la tierra, dirigiendo su nave hacia la zona de agua más cercana. Al parecer tenía cierto talento para detectar extensiones de agua. Aunque cuando empezó a subir una montaña a todo trapo yo tuve mis dudas, la verdad. Al final la nave que iba disparada en un ángulo de unos 45 o más grados hacia arriba, dejó de tener contacto con el suelo y siguió una curva parabólica hacia abajo. Hacia un lago que se hallaba en la cumbre de la montaña que en realidad era un volcán.

Nos estrellamos de mala manera contra el agua pero sin sufrir daño alguno. Y la nave empezó a hundirse con el capitán aún agarrado a su timón. Mientras se hundía, con toda su tripulación dentro, nos dijo con mirada lastimera: lo siento, no he podido hacer otra cosa. Y desapareció bajo las aguas.

Así que nosotros estábamos allí, con todo nuestro equipaje flotando alrededor y con cara de idiotas. Nos dirigimos nadando hacia una pequeña playa cercana y nos echamos en la arena. Desde allí observamos que el borde del volcán nos rodeaba completamente de forma tan abrupta que cualquier escalada quedaba descartada. La playa no era muy grande, quizás unos 20 metros y ante nosotros teníamos el lago, de unos 200 o 300 metros de largo y de profundidad insondable. Sin embargo, en el otro extremo, parecía que había un muelle.

Me transformé en águila y fui volando hacia allí. Gracias a mi aguda y mejorada vista puede ver que efectivamente, había un muelle, con varias casetas, una amplia plataforma de madera y varias barcas. Pero lo que atrajo mi atención fue que, sumergido a unos 10 metros de profundidad, había una especie de nave cuya forma recordaba a la de una ballena.

Sin dudarlo me transformé en tiburón y fui a investigar. Bajé y di varias vueltas a la nave. Desafortunadamente mis conocimientos marineros o de ingeniería dejan mucho que desear así que no pude deducir gran cosa. Entonces mis sentidos tiburonianos me alertaron de que algo se acercaba rápido, muy rápido. Nadé hacia arriba con frenesí y, saliendo del agua de un salto, me transformé en el aire de nuevo en águila. No lo suficientemente rápido para evitar que un tentáculo gigantesco me diera un tremendo trompazo que me envió volando sin necesidad de que mis nuevas alas hicieran nada. Afortunadamente no perdí la concentración y la transformación se completó. Si no, te hubieras librado por fin de mi presencia, pequeña elfa.

Volando como pude, con una patita rota y tremendamente agotado, llegue a la playa donde me des-transformé, me cure la pierna y me puse a dormir un profundo sueño del que no me desperté hasta al cabo de 4 horas.

Entretanto tú y el resto de maleantes tenías otras preocupaciones: la comida. Sí, ya se que nosotros podemos pasar sin ella haciendo los rituales necesarios pero ¿y el agua? esa sí que la necesitamos. Así que os pusisteis a pescar. Cuando desperté ya habíais masacrado algunos pescados inocentes. Yo ya estaba más recuperado y además era de noche y por la noche, según las leyendas, los calamares gigantes se van a las profundidades. Al menos eso dijo el ladrón-mago. Así que nos arriesgamos otra vez. Bueno, yo me arriesgué. Fui en forma de Búho hacia el muelle y comprobé que el calamar se había ido. Entonces me des-transformé, cogí una barca y volví hacia la playa. Lo cargamos todo y nos fuimos hacia el muelle.

Entre los criminales había uno que sabía de máquinas. Era el pirata. Sin duda le eran útiles en sus crímenes. Se puso a estudiar los aparatejos que habían en el muelle y llegó a la conclusión de que entre la chatarra habían unos trajes que servían para sumergirse. Pero que tardaría un tiempo en poner la cosa en marcha. ¡5 días!

Bueno, abreviando, al final lo consiguió y el mago ladrón se ofreció a entrar en el traje. Algunos de nosotros (tu también, pequeña elfa) tuvimos que hacer girar una rueda que al parecer daba aire al traje.

Y allí se fue el malvado mago. Pero al poco vimos emerger su traje vacío. Así que ya no me quedaba más remedio. Tuve que volver a sumergirme en ese horrible lago, transformado en pez, acompañando a otro de los maleantes, el mestizo ladrón, que se puso el traje.

Bajamos y vimos que en la parte inferior había una entrada circular. El agua, por algún extraño motivo que no acabo de entender, no entraba en la nave. Probablemente fruto de alguna siniestra invención humana.

De un ágil salto entré en la nave volviéndome elfo de nuevo. El torpe mestizo intentó acceder pero se quedó atascado en la entrada. En eso que el navío empezó a emerger. Al final resultaba que el mago ladrón había conseguido entender cómo funcionaba la cosa. Por lo visto sólo había que dar energía a una enorme piedra que lo hacía funcionar todo.

Lo siguiente ya fue más fácil. El criminal aficionado a las máquinas también era marino. Supongo que es algo útil si eres pirata. Y consiguió averiguar cómo conducir la infernal nave gracias a su habilidad, fruto de la abominable y fría lógica humana. Encontramos la gruta subterránea que comunicaba el volcán con el mar y seguimos navegando sumergidos hasta llegar al próximo puerto. El trayecto fue agotador ya que la piedra esa consume energía que flipas y tu, pequeña elfa, serviste para algo esta vez… junto con el resto, claro.

En donde se narra el viaje de la Maia y la Celeno a Tesalónica, Atenas y más allá

Referiré ahora lo que aconteciera durante el viaje de las nefs Maia y Celeno hacia Tesalónica y Atenas, así como los sucesos que derivaron de dichos viajes, eventos todos ellos que ocurrieran anteriormente a los portentos que se han narrado ya, pero de los cuales no tuviera noticia hasta el regreso de mis señores magi desde el Tribunal de Tebas, en la isla de Delos. Deberá pues el lector ejercitar su intelecto y realizar un salto hacia atrás en esta narración hasta el mes de febrero, en el que se desencadenaran los hechos que aquí se relatarán.

Siendo el día decimonoveno del mes de febrero del Año de la Anunciación de MCCXXI, y con grandes prisas por rebasar el estrecho del Hellesponte antes del amanecer del vigésimo segundo día del mes, fecha en la que maese Kóstas Allectoros o Émporos piensa que pueda arribar al estrecho la flota del Imperio de Nicea que, según ha oído, avanza en dirección norte por la costa occidental de las Tróadas con intención de tomar las fortificaciones que controlan ambos extremos del Hellesponte, bloqueando así el paso del Mar del Mármara al Mar Egeo. Parten por tanto conjuntamente y con prontitud la Maia y la Celeno, dirigido el convoy por el capitán de la Maia, maese Aischrion Misitós, que en las lenguas latinas fuera Aischrion el Odioso, así conocido por su fuerte carácter y lo vulgar de su forma de expresarse. A bordo de la Maia se encuentran maese Allectoros junto con mi señor el magus Eric d’Ancelin seguidor de Criamon custodiado por los grogs Genesio y Frankoulio, además del capitán maese Aischrion Misitós y los siguientes marinos: el carpintero Clinias Nafpigós, el médico Nastes Giatrós, los hermanos cretenses Hermeias y Teuthras Kritikós y Megakles Akólastos, llamado el libertino. A bordo de la Celeno se encuentra el capitán maese Mikaelos Psilós el Alto, junto con los marinos Iakob, Terentos, Zenon, Ioakeim y Tryphon.

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Durante el trayecto a través del Mármara, cabotando a lo largo de la costa norte, el capitán Aischrion decide que las naves navegarán también durante las noches, aunque a una velocidad grandemente reducida, para acortar así el tiempo estimado de tres días hasta cruzar el Hellesponte. Es esta una maniobra arriesgada, por el peligro de embarrancar en escollos o arrecifes por falta de visibilidad, especialmente dado que la luna es prácticamente nueva, pero mi muy poderoso señor el magus Eric d’Ancelin imparte en el grog Genesio la capacidad de poder ver en la oscuridad, ayudando así en gran medida a la empresa. Gracias a esta ayuda mística de mi señor, y a la profunda experiencia de los capitanes Aischrion y Mikaelos, las naves alcanzan el Hellesponte a primera hora del día vigésimo primero, abandonando a mediodía los estrechos para adentrarse en el Mar Egeo, tras haber pagado en las fortalezas de ambos extremos del Hellesponte las tasas de aduana para navegar a su través.

No queriendo arriesgarse a que la flota de Nicea alcance el Hellesponte mientras se encuentran allí detenidos, el capitán Aischrion decide partir de inmediato. Considerando la guerra entre el Despotado de Epiro y el Reino de Tesalónica, y las noticias recientes que parecen indicar que buena parte de Macedonia y la práctica totalidad de Tesalia se encuentran bajo el control de Epiro, mis señores determinan que podría ser bastante peligroso cabotar a lo largo de la costa de Macedonia, a pesar de que no se cree que haya una flota de Epiro en el Mar Egeo.

Es por ello que, tras deliberar los capitanes con mis señores d’Ancelin y Allectoros, deciden arriesgar una ruta algo más peligrosa, cruzando el Egeo de isla en isla hasta alcanzar la península del Monte Athos. Se establece por tanto con presteza rumbo hacia la cercana isla de Imbros, donde dicen las leyendas que se encuentra el establo sumergidos de Pegaso, el caballo alado hijo del dios Poseidón. Unas horas más tarde las nefs alcanzan Imbros y, debido a que aún quedan algunas horas de luz y al temor a encontrarse con la flota nicena, prosiguen hacia la cercana isla de Lemnos, que alcanzan justo en el filo del anochecer fondeando en el puerto de Hephaistia, donde deciden pasar la noche.

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Con la tripulación exhausta por el enorme esfuerzo de los últimos días, y sabiendo que en la isla se encuentra la alianza de Ingasia, hogar de la mater del muy noble Hyperides Hylas Verditistes, mis señores acuerdan descansar un par de días en puerto mientras el sabio Eric d’Ancelin y maese Allectoros deciden visitar la alianza, hogar del actual primus de Casa Verditius, Stouritus Verditistes. Sin embargo, antes de partir el imprudente marino Megakles ofende a mi noble señor d’Ancelin cuando le hacía llegar recado de maese Allectoros, pues sus maneras vulgares de simple marino no son adecuadas para tratar con un noble caballero, y sus entendederas no son lo suficientemente largas para que se dirija a él correctamente. Sin embargo, mi señor d’Ancelin retiene su cólera y ejerce la prudencia, encargándole al capitán Aischrion que castigue al marino. Cosa que este hace privándole de permiso para bajar a tierra.

Después de este incidente, y tras un paseo de varias horas hasta la ladera del Monte Mosychlos, alcanzan el lugar. Consiste en un conjunto de tres enormes edificios de piedra en la ladera del volcán, donde hablan con el autócrata Theodorus, el cual les obsequia con dos peones de vis de Terram.

Maese Allectoros departe con el autócrata sobre la posibilidad de establecer Lemnos como una parada en la ruta comercial de las nefs de la Casa Allectoros hacia Levante, cosa que parece alegrar sobremanera al autócrata, que les informa que la actual situación de guerra ha sido un aliciente excesivo para la piratería en el Mar Egeo, provocando la desaparición de algunas de las naves que realizaban transportes entre Lemnos y Macedonia y las Tróadas. Acuerdan los prohombres que las nefs de la casa comercial realizarán parada en Hephaistia en su camino hacia Levante para provisionar a Ingasia de diversos materiales provinentes de Constantinopla, y de nuevo en el camino de regreso para vender otros materiales exóticos que estos hayan requerido que les sean traídos desde Tierra Santa.

El autócrata también solicita de mis señores si pueden realizar la entrega de un objeto encantado a la dama Nonna ex Miscellanea de la alianza de Oikos tou Eleos, en Tesalónica, de parte de la maga Bobila Verditistes. Las circunstancias actuales no les habían permitido enviar este objeto, algún tipo de tapiz, tela o ropaje envuelto en arpillera, y pensaban ya que deberían esperar al Tribunal de la próxima primavera para poder entregarlo. Mi señor Allectoros accede, negándose a cobrar por este transporte, con gran agradecimiento del autócrata.

También hablan mis señores con la mater de mi señor Hyperides Hylas, la maga Euxodia Verditistes filia Hydatius. La noble señora, de carácter huraño y disposición arrogante, trata sin embargo a mis señores con buena actitud, aunque tal vez de forma algo seca, y se interesa por su filius, expresando su deseo de verle en el próximo Tribunal. No abandonan mis señores su presencia sin que esta les haga entrega de un peón de vis de Mentem, un obsequio para su antiguo aprendiz.

De vuelta en Hephaistia, mi señor maese Allectoros negocia la compra de una cierta cantidad de hierro de las minas de la isla gracias a los contactos que le ha proporcionado el autócrata de Ingasia, para no realizar de vacío en viaje hasta Tesalónica. Aunque el precio pagado por el mineral es elevado, mi señor estima que la guerra le permitirá venderlo a un precio aún mayor en la capital, pudiéndo sacar un cierto beneficio de un viaje que, de otra forma, sería completamente improductivo.

Es ya al amanecer del vigésimo quinto día del mes cuando las dos nefs parten de Hephaistia con la primera marea, rumbo a la península del Monte Athos. Tras dos días de navegación en mar abierto, finalmente se avista una costa boscosa y montañosa cerca del anochecer del vigésimo sexto día, y las nefs fondean junto a la costa poco antes de que se ponga el sol. A la lejanía, a escasa distancia del cabo junto al que han fondeado las naves, se avista un pequeño pueblecito pesquero en una cala, poco visible desde este punto de la costa.

Durante el transcurso de la noche, avanzada ya la hora, los vigías avistan grandes luces oscilantes provinentes de la costa, lo que parece un incendio en el bosque. Despertando a mis señores, el muy sabio maese Eric d’Ancelin hace uso de las dotes místicas de su Don para apercibir con mayor claridad lo que sucede viendo una gran actividad en el pueblo, donde los hombres forman una cadena humana para llevar cubos con agua desde la playa hacia el interior del bosque.

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Tras una breve deliberación con los capitanes, mi señor decide haciendo gala de su extrema generosidad ayudar a los habitantes del lugar, y usa de sus artes arcanas para alcanzar de inmediato las aguas justo frente a la costa en tal forma que el ojo mundano no pueda percibir su presencia. Una vez allí, alzándose entre las suaves olas de la playa frente al pueblo, comanda los vientos bajo su voluntad para que soplen favorablemente, alejando las llamas de la población. Tras rescatar de esta manera el pueblo, vuelve mi señor a bordo de la nef de igual manera a como la abandonó.

Desde las naves pueden ver mis señores como el incendio se aplaca durante las siguientes horas mientras los habitantes del poblado pesquero van finalizando sus labores de contención. Poco antes de romper el alba, con el fuego ya extinguido, los hombres y mujeres del poblado parecen haberse reunido ya en la playa, fletando tres pequeños esquifes con los que se dirigen hacia la Maia y la Celeno. Se aproximan los esquifes hasta las nefs, conteniendo principalmente mujeres del poblado y un par de hombres por embarcación para manejar los remos. Una vez junto a las nefs las mujeres agradecen su ayuda a los marinos para sofocar el fuego, ante la sorpresa de mis señores ya que maese d’Ancelin está convencido de que no debieran saber de su participación en el asunto. Como muestra de agradecimiento ofrecen a mis señores un banquete en su honor en el pueblo y mis señores, tras deliberar, deciden aceptar la oferta, no sin una cierta reticencia.

Los pescadores conducen a mis señores hasta la costa en los esquifes, y una vez allí les agasajan con un festín abundante. Observan mis señores Allectoros y d’Ancelin que, aunque los hombres visten con ropas de marino o pescador bastante ajadas por el tiempo y la intemperie, como sería de esperar, las mujeres visten en cambio ropajes de excelente calidad y corte clásico, lujuriosamente provocativas para los estándares de la edad moderna. Así mismo, los hombres parecen callados y sometidos a los dictados de las mujeres del pueblo, mostrando escasa iniciativa propia y limitándose a seguir las indicaciones de sus mujeres.

Les presentan a quien parece ser la señora del lugar, que se presenta curiosamente como si fuera una reina, dando el nombre de Neaera. Mientras algunos de los marinos encuentran solaz y desahogo en los cálidos brazos de las promiscuas mujeres del poblado, mi señor d’Ancelin se reúne con la reina Neaera, con quien mantiene una culta conversación. Sospechando de la naturaleza faérica del lugar y sus habitantes, mi señor responde a la oferta de la dama de recompensarles por auxiliarlas con aquello que deseen contestando que lo único que desea a cambio de su ayuda es seguir su camino en paz.

La dama accede, no sin algún reparo, y los marinos se encuentran de repente en medio del bosque, al amanecer, sin rastro alguno del poblado o sus habitantes. Tras volver a los navíos determinan que se encuentran frente a las costas de la península del Monte Athos, una península sagrada cercana a Tesalónica y habitada exclusivamente por santas comunidades de monjes ortodoxos. Embarcan prontamente y prosiguen camino, arribando al puerto de Tesalónica antes del mediodía del vigésimo séptimo día del mes de febrero.

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Una vez en la ciudad, fuertemente guarnecida a causa de la invasión del Despotado de Epiro, mis señores Kóstas Allectoros y Eric d’Ancelin acuden al palacio en busca de la maga Nonna ex Miscellanea de la alianza de Oikos tou Eleos. Una vez allí se reúnen con ella, que tiene su laboratorio allí junto a su hermana Nereida ex Miscellanea, haciéndole entrega del envío de la maga Bobila Verditistes, que resulta ser un nutrido conjunto de vendas.

Se entrevistan también con Anna Psellus Jerbitonistes, que reside en un pequeño convento de monjas en la ciudad que dirige junto a su hermana Theocarista Psellus Jerbitonistes. La muy pía maga Anna Psellus se muestra interesada por la historia del encuentro con la reina Neaera, y les hace saber que hace tiempo que intentan darle caza. Según parece, se trata de un regio faérico que ha sido la causa de la ruina de más de un navío mercante en la región además de ser una molestia constante para los monjes de Athos, y solicita a mis señores ayuda para encontrar de nuevo el regio y acabar con sus habitantes. Mi prudente señor Eric d’Ancelin considera sin embargo que violaría la hospitalidad de la reina Neaera al ayudar a la pía maga, además de violar flagrantemente el Código de Hermes al molestar a los faéricos, y declina la petición con no poco tacto, asegurando que no podría ser de ayuda para localizar el emplazamiento.

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Departen no obstante amigablemente sobre el incipiente Tribunal que tendrá lugar en primavera, conversación durante la cual la madre superiora Psellus expresa su decepción por la oposición del Tribunal en ayudar a la causa del Reino de Tesalónica, al borde del sometimiento al déspota Teodoro I Comnenos de Epiro. Mi señor d’Ancelin la convence de que su presencia en el Tribunal podría ayudar a su causa, y la hermana Psellus decide finalmente acudir al Tribunal.

También menciona la maga Psellus durante estas conversaciones las circunstancias de la muerte del Emperador Henri de Flandes en el año de Nuestro Señor de MCCXVI, así como la historia del Reino de Tesalónica. Según relata la santa maga, el Reino de Tesalónica fue fundado por Boniface de Montferrat después de que perdiera su apuesta para convertirse en Emperador Latino ante Baudouin I. Boniface se casó con Margit de Hungría, viuda del Emperador Isaac II Angelos, y casó a su hija Agnes de Montferrat con el Emperador Henri, pero murió al poco a manos de los búlgaros.

Tras aquello el joven hijo de Boniface, Demetrios, ocupó el trono, pero los barones lombardos lo desaprobaron y constituyeron su propia regencia bajo el liderazgo del Conde Oberto II de Biandrate. El Emperador Henri acudió con un ejército a Tesalónica en el Año de la Encarnación de MCCIX y encerró al Conde de Biandrate, aunque este recibió el perdón tres años más tarde.

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Según explica la dama de Tesalónica, hace cinco años el reino se encontraba bajo el ataque del Despotado de Epiro, cuando Biandrate volvió y reclamó la regencia. El Emperador Henri acudió de nuevo a restaurar al heredero legítimo, pero encontró la muerte en misteriosas circunstancias al poco de llegar. La creencia popular atribuye su muerte a un envenenamiento por parte de su esposa María de Bulgaria, pero Anna Psellus afirma que el verdadero responsable fue Biandrate. Según cuenta, contaba Biandrate con la presencia de dos extranjeros de Levante de nombres Ridwan y Dawud, cuyas descripciones coinciden con aquellas de los dos asesinos enviados a Constantinopla para acabar con el futuro Emperador Robert de Courtenay, cuyos hechos ya se han relatado con anterioridad. Biandrate presentó a estos extranjeros al Emperador Henri como parte de su comitiva, y Anna Psellus está convencida que durante este encuentro envenenaron al Emperador, causando su muerte al día siguiente.

Tras aquello, la Reina Margit huyó a Atenas, dejando a su hijo Demetrios detrás, bajo la regencia de Biandrate.

Poco después, mi señor d’Ancelin sigue camino hacia Atenas a bordo de la Celeno, con intención de visitar a su hermano el señor Alban d’Ancelin. La Maia queda en Tesalónica hasta la primavera, donde maese Allectoros negocia con considerable éxito el transporte de algunas mercancías hacia Levante, evitando así en parte las pérdidas de un viaje de vacío.

Índice de contenidos de los anales

En donde se detalla la reunión de mis señores con Theodoros Branas y la solución al problema de los Nizari Isma’ili

Siendo el decimoctavo día del mes de marzo del Año de la Encarnación de MCCXXI mi muy noble señora Thubayta Bint Al-Hasan Al-Halqa Al-Shafiyya Ex Miscellanea se reúne con Alessandro Mauroceni, hijo del veneciano Enrico Mauroceni, y con el hombre de confianza del segundo, Carlo Aggrinio, para solicitar una entrevista con Su Alteza Imperial, el co-regente Theodoros Branas, con objeto de comunicarle la conspiración del co-regente Geoffroy de Merry y también de averiguar si fuera posible alguna cosa más sobre los extraños sucesos que rodean la desaparición del muy noble Aindreas Eiredopoios. Tras una breve conversación, y al exponer su intención de revelar al señor Branas la conspiración del señor de Merry, se reúnen con el padre, Enrico Mauroceni, y acuerdan que este concertará la entrevista con el dignatario a la mayor brevedad posible. Esa misma tarde, Aggrinio hace a mis señores llegar una misiva de su señor Enrico informándoles que el co-regente imperial Branas les ha concedido entrevista para el día siguiente, el decimonoveno del mes de marzo. Tanta prontitud es sorprendente tratándose de alguien de tan elevada posición como el co-regente imperial Theodoros Branas, cosa que atrae la atención de mi señora causándole una cierta alarma.

Al día siguiente, decimonoveno del mes, acude mi señora a la entrevista en compañía del muy santo padre Simón Ristopoullos y del siempre prudente chambelán Sofronios Diacheiristés, que les instruye previamente en las múltiples complejidades del protocolo imperial de palacio y la etiqueta de comportamiento adecuada para tan fausta ocasión, y les informa que el señor Branas es un hombre de gran piedad en la fe Ortodoxa. En la entrevista les recibe no tan solo el co-regente imperial Branas sino también su esposa, la viuda imperial Anna de Francia, que prudentemente no participa en demasía en las conversaciones, aunque parece mostrarse divertida por la torpeza de mis señores en los aspectos relacionados con el protocolo de la corte.

Mis señores le exponen los entresijos de la conspiración del co-regente imperial de Merry tras ser introducidos por Enrico Mauroceni, y Su Alteza Imperial les realiza diversas preguntas sobre la naturaleza de la amenaza y las posibles formas de proteger al futuro Emperador Robert de Courtenay durante la ceremonia de coronación. Aunque mi señora Thubayta, haciendo gala de una gran prudencia, enmascara la naturaleza mística del ataque de los Nizari Isma’ili bajo el pretexto del uso por parte de estos de algún tipo de veneno de contacto, el co-regente imperial Branas da la impresión de entender la verdadera naturaleza subyacente de la amenaza, convenientemente oculta bajo el prudente velo de alegorías que teje mi señora.

Tras deliberar respecto a la delicada situación, Mauroceni y Branas convienen que lo más prudente será que mis señores preparen una emboscada a los asesinos Nizari Isma’ili la mañana de la coronación cuando se dirijan a la mezquita de Mezar ’Eba’h, de la que de todas formas mi señora no habla ni al señor Mauroceni ni a Su Alteza Imperial Branas. Armados de una prudencia adicional se decide también proveer al futuro Emperador Robert de alguna reliquia de entre las que restan aún en Haghia Sophia, oculta entre las ropas ceremoniales para que la gracia de Nuestro Señor le proteja de las hechicerías impuras de los asesinos musulmanes, para el caso de que la emboscada no concluya con éxito.

A sabiendas de que la voluntad del Altísimo protegerá al Emperador de brujerías impías una vez haya sido coronado, resulta ahora evidente la culpabilidad del co-regente de Merry en la forma en que hizo modificar el protocolo de la ceremonia. Según explica Su Alteza Imperial Theodoros Branas, de Merry hizo adelantar el besamanos que normalmente tendría lugar tras la ceremonia de coronación, de tal forma que él y sus invitados besen la mano de Robert de Courtenay antes de que sea ungido Emperador. Menciona así mismo que entre los acompañantes del co-regente de Merry se encuentra un individuo extranjero al que el co-regente Branas no ha visto jamás anteriormente, y cuya descripción parece coincidir con la del Nizari Isma’ili conocido como Ridwan.

Tras discutir estos asuntos, el regente Branas y el señor Mauroceni comentan entre ellos la posibilidad de que el actual podestá veneciano Jacopo Tiepolo deba abandonar el cargo en un futuro cercano para atender a mayores intereses políticos en la Serenísima República. Ambos coinciden en que es extremamente probable que Tiepolo marche pronto hacia Venecia, y en la necesidad de elegir un nuevo podestá tan pronto esto ocurra. Aunque Branas deja bien claro que él no tiene influencia en los asuntos internos de los ciudadanos de la Serenísima República, ambos convienen en que es un asunto de capital importancia para el Imperio Latino, y el co-regente Branas garantiza a Mauroceni que no olvidará la ayuda que le ha prestado al advertirle del intento de asesinato del futuro Emperador.

Cuando el regente Branas da por finalizada la reunión y mis señores se encuentran ya dispuestos a retirarse, el dignatario les conmina a quedarse con él y su esposa un tiempo más para tomar un té, dando antes permiso al señor Enrico Mauroceni y sus acompañantes para que se retiren, cosa que molesta visiblemente al Mauroceni. Ya solos, y tras hacer marchar a los soldados, el co-regente imperial pregunta a mi señora por el otro asunto que deseaban tratar, el de la desaparición del señor Aindreas Eiredopoios y los sucesos que rodearon la muerte del curtidor Damiskos a manos de Geoffroy de Merry. El muy santo padre Simón expone al Branas los motivos de sus pesquisas, esto es, la promesa que realizó al padre Scopas Dariopoulos de Selymbria, así como las cosas que ha averiguado tras hablar con el curtidor Achaeos Damiskopoulos.

La esposa de Branas, Anna de Francia, interviene en este punto, y narra al padre Simón la trágica historia de la mujer Demetria, la esposa del curtidor. Según narra la viuda imperial, la mujer había sido una amiga de su infancia en los tiempos en que se encontraba casada con el Emperador Andrónikos I Comneno el Cruel, siendo en aquella época su confidente y solaz ante la crueldad intolerable de su esposo, pero también amante de dicho emperador.

Tras la muerte de Andrónikos en el Año del Señor de MCLXXXV, el padre de Theodoros Branas, el general Alexios Branas, tomó a la amante de este y confidente de Anna bajo su protección junto con su hijo recién nacido, Alexandros. Alexios escondió a ambos con la ayuda de uno de sus vasallos, Aindreas Eiredopoios, que encargó a un curtidor de su confianza, Damiskos, que la tomara por esposa y para así mantenerla oculta. Según Theodoros Branas, el motivo principal por el que su padre decidió ocultarlos fue la condición de Alexandros de porfirogénito, es decir que había nacido en el púrpura, lo que le otorgaba grandes posibilidades de llegar a aspirar al trono en un futuro. Tras la muerte de su padre al año siguiente al rebelarse contra el nuevo emperador, Theodoros siguió manteniéndolos ocultos a través el señor Eiredopoios.

Durante el saqueo de la capital imperial en el Año de la Encarnación de MCCIV Geoffroy de Merry mancilló la honra de Demetria y mató a Alexandros Porfirogénito sin ser consciente de quienes eran. Cuando el señor Aindreas Eiredopoios, que había tomado un gran cariño por Alexandros y cuidaba de su bienestar como si fuera un hijo suyo, descubrió lo sucedido montó en cólera y se enfrentó al señor de Merry, con funestas consecuencias. Al año siguiente su hijo Sanartemides acudió a la capital e indagó sobre el paradero de su padre, descubriendo lo que había sucedido. Por desgracia como resultado de sus pesquisas el señor de Merry averiguó la identidad de Demetria y, siendo en palabras de Anna de Francia “un hombre cruel que toma gran regocijo del tormento ajeno”, además de un enconado y acérrimo enemigo de su esposo Theodoros, decidió agraviar a Anna, y a través de ella a su esposo, causándole congoja a Demetria con sus frecuentes visitas.

Al acabar la reunión, Su Alteza Imperial Theodoros comparte con mis señores su opinión de que es mejor que estos asuntos, ahora ya irrelevantes tras la muerte de madre e hijo, permanezcan secretos para evitar mayores pesares que no ayudarían a nadie. También afirma que tiene plena confianza en que la justicia del Señor verá que el culpable reciba su justo castigo, e insinúa que la información que mis señores le han proporcionado será el instrumento del Señor para que él mismo ejecute este castigo. Anna de Francia por su parte agradece al padre Simón su preocupación por el destino de la que fuera una de las pocas amigas que tuvo en su niñez, le asegura que el señor Aindreas recibió cristiana aunque anónima sepultura una vez encontraron su cuerpo, y le garantiza que su puerta estará siempre abierta en caso de que necesite alguna cosa de ella o de su marido.

Finalmente llegado el día de la coronación, el vigésimo quinto del mes de marzo, reciben esa misma madrugada mis señores una visita en la alianza de Ourobóros mientras se preparan para partir hacia la emboscada. El arché Teodoreto Criamonistes filius Rayan se presenta acompañado de Wilrich Flambonistes filius Thormod y otros dos magi de la alianza de Mikaelos Pinakion, el Quaesitor Kyrillos Jerbitonistes filius Helena y el genovés Georgios Jerbitonistes filius Zacharias, operando todos ellos en condición temporal de hoplites para apoyar a mis señores en su cacería del mago árabe invasor. Juntamente con mi señora Thubayta, el arché y los hoplites, se une también a la cacería mi muy sabio señor Hyperides Hylas Verditistes filius Euxodia, el siempre pío padre Simón, el guía árabe Khalid y varios grogs encargados de proteger a mi señor Hyperidas y mi señora Thubayta.

Poco antes del amanecer se encuentra el grupo entero apostado en el Puente de San Mikaelos Maleinos en espera de la llegada de los árabes, cuyo avance vigila Khalid, alertando a mis señores cuando se aproximan al puente mediante su leal cuervo Nychta. Una vez llegan al puente los dos árabes, pueden apreciar mis señores que van acompañados por una mujer joven y un hombre de gran tamaño, ambos embozados. Determinan mis sabios señores que se trata de dos de los djinn de Ridwan corporeizados, siendo sin duda la muchacha la ghula llamada Wahhabba, mientras que el tercer djinni, aquel que semeja un guerrero árabe, les acompaña en forma espiritual.

Tan pronto los asesinos y sus acompañantes se encuentran dentro del puente, avanzando de uno de los portones al otro, mi señor Hyperides Hylas lanza sobre el puente el aroma del sueño apacible, un poderoso hechizo que hace caer inmediatamente en un plácido sueño a todos cuantos están en el puente, a excepción del djinni inmaterial y el que está manifestado corpóreamente como un hombre de gran tamaño. Inmediatamente los hoplites Wilrich y Kyrillos arrojan sendos pilums de fuego sobre este último, pero no logran alcanzarlo antes de que aferre al hechicero Ridwan y una botellita que este porta al cinto, desapareciendo ambos al instante de forma portentosa. Los hoplites, queriendo sin duda asegurar la victoria, impelen otros dos pilums ardientes sobre Wahhabba, incinerándola por completo. Mientras tanto, el cuervo Nychta parte en persecución del djinni inmaterial, que ha emprendido la huida volando por los aires propulsado por un seco viento del desierto que no sopla sin embargo en el mundo material.

Mis señores, tras tan rotunda victoria, apresan al Nizari Isma’ili restante, aquel conocido como Dawud, y comprueban que la ghula no ha dejado cadáver tras de sí, aunque si encuentran su kemençe que contiene dos peones de vis de Mentem, y que queda temporalmente bajo custodia del arché Teodoreto para presentarlo en el inminente Tribunal, aunque tanto el arché como el Quaesitor Kyrillos no expresan duda alguna de que dicha vis corresponde a mis señores Hyperides y Thubayta. También afirman no tener duda alguna de que los hoplites serán recompensados con un psephos cada uno, y mis señores con dos psephos cada uno, por los servicios prestados al Tribunal en la detección, cacería y destrucción de la amenaza árabe.

Al cabo de unas horas, el cuervo del guía Khalid regresa, informando que ha perseguido al djinni hasta que este ha emprendido viaje más allá de las murallas de la Sagrada Constantinopla y en dirección al Mar de Mármara, sin duda escapando de vuelta a sus tierras natales. De todo ello infieren mis señores que el peligro ha pasado y que Ridwan, aunque huido, ha vuelto sin duda a su hogar, derrotado y seguro de no volver ya a acabar su nefando encargo.

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Anales de la Alianza de Ourobóros

Quede constancia aquí que fuere este el compendio de los anales y registros de la Alianza de Ourobóros, perteneciente a la Orden de Hermes y adscrita a la Phyla Propontiana del Tribunal de Tebas, con sede en la muy eminente y santa ciudad de Constantinopla, Joya del Comercio, Guardiana del Mármara, Capital del Imperio Latino y Sede del Patriarcado de la Santa Iglesia Ortodoxa de Jesucristo Pantokrator Nuestro Señor. Donde se registraran los ires y venires de los habitantes de esta Alianza y de sus gobernantes, y las cuentas y sucesos de su gestión y el devenir de sus acontecimientos. Que fuere iniciado según sus mejores capacidades y esfuerzos por el escriba Dositeos Karpoforos Stefanou según los dictados del muy sabio Sofronios Diacheiristés Neocastro, y que pretendiere contener un registro fidedigno y completo de todo cuanto aconteciere entre sus muros y más allá, cuando fuere de importancia para sus habitantes o su legado.

Anno Domini MCCXX

Anno Domini MCCXXI

En donde se detallan los preparativos de la alianza de Ourobóros ante las posibles consecuencias de la guerra contra el Imperio de Nicea

Siendo la fecha del mes de febrero del Año de la Natividad de MCCXXI mi señor maese Kóstas Allectoros o Émporos, siempre alerta a los movimientos y actividades que se desarrollan en el gremio comercial de Constantinopla la Primera Urbe del Mundo, informa al Concilio de la alianza de Ourobóros de lo que se transpira en dichos círculos, a saber: que se dice que las tropas del noble Emperador Teodoro I Laskaris han avanzado durante el invierno ocupando buena parte de las Tróadas; que se sospecha que los barones latinos están preparándose para actuar en su contra; que a estos efectos sin duda se preparará la Flota Imperial para zarpar con tropas en cuanto lleguen los buenos climas de la primavera; y que para ello sin duda se reclutarán los bajeles comerciales presentes en la ciudad, ya que la Flota Imperial es virtualmente inexistente desde que fuera destruida durante el innoble y sanguinario saqueo de la ciudad diecisiete años ha.

A la luz de estas preocupantes nuevas, el Concilio se reúne para decidir el mejor curso de acción, en la esperanza de poder evitar que la Maia y la Celeno sean reclutadas, con las terribles consecuencias que esto tendría para mis señores. Maese Allectoros recalca que, en caso de que las nefs no pudieran partir en sus rutas este año, las pérdidas para la casa comercial serían devastadoras. Mi sabio señor propone que, de darse el caso, podrían venderse las reservas guardadas en los almacenes de la casa. De esta manera podrían llegarse a reducir las pérdidas, calculando mi sabio señor que los ingresos podrían alcanzar aproximadamente las doscientas cuarenta hyperpyra (cuarenta libras) para las ventas de las reservas de suministros herméticos, y otras tantas para las ventas de las reservas de materiales de laboratorio, quedando además los almacenes de la casa completamente vacíos, con la consecuente ausencia total de ingresos en años subsiguientes si la situación se prolongara aún más.

Ante esta peligrosa perspectiva, mis nobles señores Hyperides Hylas seguidor de Verditius, Cháris Ex Miscellanea, Eric d’Ancelin seguidor de Criamon y Thubayta Bint Al-Hasan Al-Halqa Al-Shafiyya Ex Miscellanea deciden, conjuntamente con maese Kóstas Allectoros o Émporos, que ambas nefs deben partir lo antes posible, previamente a que se declare la llamada a las armas para los bajeles comerciales. La temprana marcha de las naves impedirá que puedan llevar las cargas que venderían en Antioquía, en el Levante, y es por ello que se planean sendas escalas para ambas en las que puedan esperar a la primavera y buscar mercancías que se puedan vender en Tierra Santa. Tras largas deliberaciones, se decide que la Maia partirá hacia Tesalónica, donde maese Allectoros tiene un contacto que piensa que podrá proporcionar un buen cargamento para la venta, llevando a bordo a mi señor maese Kóstas Allectoros; mientras que la Celeno partirá hacia Atenas, donde esperará a la Maia mientras busca mercancías que poder llevar a Levante, llevando a bordo a mi señor magus Eric d’Ancelin y dos grogs.

Mis señores magi consideran también el hecho de que tendrá lugar en el mes de mayo el Tribunal de Tebas en la isla de Delos, y las dificultades inherentes a alcanzar el lugar en caso de que la guerra se prolongue durante la primavera, como parece probable. Es por ello que mi señor magus Eric de Criamon partirá con la Celeno, para desembarcar en Delos cuando ambas naves partan juntas hacia los Reinos Cruzados. Mis señores los magi Hyperides de Verditius, Cháris Ex Miscellanea y Thubayta Ex Miscellanea deciden permanecer en Ourobóros, con intención de partir por tierra o mar en primavera, de la forma que se pueda, en compañía de los magi de Xylinites y de Mikaelos Pinakion que también se dirigirán al Tribunal. Mi señora la maga Thubayta Ex Miscellanea expresa así mismo su intención de llevar con ella al guía Khalid, que la acompañara ya en su viaje desde las tierras de los infieles.

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En donde se hace recuento de las finanzas de la alianza a lo largo del año MCCXX

Siendo el final del año del Señor de MCCXX, mi señor Sofronios Diacheiristés Neocastro, chambelán de la alianza, y mi señor Philotheos Himerius Kyvernítis, castellano de la alianza, presentan ante el Concilio de la Alianza las cuentas referentes al año acabado.

La población completa de la alianza está compuesta por mi señor el magus Hyperides Hylas seguidor de Verditius, mi señora la maga Cháris Ex Miscellanea, mi señor el magus Eric d’Ancelin seguidor de Criamon, mi señora la maga Thubayta Bint Al-Hasan Al-Halqa Al-Shafiyya Ex Miscellanea, y mi señor maese Kóstas Allectoros o Émporos; el muy noble señor Theon Doukas, el castellano Philotheos Himerius Kyvernítis, el chambelán Sofronios Diacheiristés Neocastro y el escriba Dositeos Karpoforos Stefanou; el muy pío padre Simón Ristopoullos; el maestro Lysas Catacalon Dáskalos, el esbirro Theoclymenus y el guía Khalid; el armero Arinteo Flaccillo y el orfebre Leo Rizocopus; el capitán de turba Elias Moschus Polemistís, los grogs Genesio, Hyaleo, Maro y Pholo, y los mercenarios veteranos Psidias, Romanus, Frankoulio, Bardas y Kostas; el cocinero Manuel Mágeiras y los sirvientes Ktenas, Jacob, Eufasio, Mezezio, Victor, Tatico, Feliciano, Astico, Heraclono, Simeon y Zeno; los trabajadores Vitus, Sabas, Michael, Falkon, Joshua, Melitas y Manuel Ypállilos; y diez caballos.

Se hace primero recuento de los gastos de mantenimiento del armamento de los grogs. El capitán de turba, Elias Moschus Polemistís, se encuentra armado con un hacha, un escudo de torre, una armadura de escamas metálicas completa y un arco corto. Los grogs Genesio y Hyaleo se encuentran armados cada uno con una espada larga, un escudo de torre y una armadura de escamas metálicas completa, el grog Maro se encuentra armado con una espada larga, un escudo de torre, una armadura de escamas metálicas completa y un arco corto, y el grog Pholo se encuentra armado con una espada larga, un escudo de torre, una armadura de escamas metálicas completa y una alabarda. Los mercenarios veteranos Psidias, Romanus, Frankoulio y Bardas se encuentran armados cada uno con un hacha, un escudo de torre, una armadura de escamas metálicas completa y una alabarda, y el mercenario veterano Kostas se encuentra armado con un hacha, un escudo de torre, una armadura de escamas metálicas completa y una pica. El coste de mantenimiento de todo este armamento asciende a seis hyperpyra.

Los gastos en materiales consumibles varios ascienden a noventa y seis hyperpyra, pero se reducen en dieciocho hyperpyra gracias a los servicios como orfebre de maese Leo Rizocopus. Los gastos de mantenimiento del palacio ascienden a cuarenta y ocho hyperpyra. Los gastos de mantenimiento de los laboratorios de mis señores magi ascienden a veinticuatro hyperpyra. Los gastos en materiales de escritura para mis señores magi y el escriba Dositeos ascienden a treinta hyperpyra. Los gastos para alimentar a la población de la alianza ascienden a doscientas cincuenta y dos hyperpyra. Los salarios de los sirvientes, trabajadores, soldados, especialistas y demás ascienden a noventa y seis hyperpyra. Los impuestos al comercio ejercidos sobre la casa comercial por ser una casa griega, establecidos por los innobles francos y venecianos, ascienden a ciento veinte hyperpyra. Los gastos a causa de las diversas visitas de personalidades a la alianza a lo largo del año ascienden a doce hyperpyra. Finalmente, otros gastos no identificados suman la Libra de Enumerus, que asciende a seis hyperpyra.

Los viajes de las nefs de la casa comercial proporcionan unos ingresos de seiscientas sesenta hyperpyra en comercio de materiales mundanos, incluyendo unos ingresos adicionales de sesenta hyperpyra por el comercio de los vinos del muy noble señor Vasileio Eiredopoios desde Pyramus; y unos ingresos de seiscientas hyperpyra por el comercio de materiales de laboratorio e ingredientes mágicos vendidos a la Orden de Hermes a través de los miembros de Casa Mercere.

Los gastos totales de la alianza este año son, por tanto, de seiscientas setenta y dos hyperpyra, y los ingresos totales ascienden a mil doscientas sesenta hyperpyra. Las arcas de la alianza, que se encontraban vacías a principio de año, se incrementan en quinientas ochenta y ocho hyperpyra a lo largo del mismo, conteniendo a finales de año un total de quinientas ochenta y ocho hyperpyra.

Concepto hyperpyra libras
Gastos
Armamento seis una
Consumibles setenta y ocho trece
Mantenimiento del palacio cuarenta y ocho ocho
Mantenimiento de los laboratorios veinticuatro cuatro
Materiales de escritura treinta cinco
Alimentos y provisiones doscientas cincuenta y dos cuarenta y dos
Salarios noventa y seis dieciséis
Impuestos al comercio ciento veinte veinte
Visitas doce dos
Libra de Enumerus seis una
Ingresos
Materiales mundanos de Levante seiscientas cien
Vinos de Pyramus sesenta diez
Materiales mágicos de Levante seiscientas cien
Totales
Gastos totales seiscientas setenta y dos ciento doce
Ingresos totales mil doscientas sesenta doscientas diez
Arcas a principios de año vacías vacías
Arcas a finales de año quinientas ochenta y ocho noventa y ocho

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En donde se relata la preocupación de mis señores ante las noticias de la guerra con el Imperio de Nicea

Siendo el mes de noviembre del año de Nuestro Señor de MCCXX, trae nuevas a la alianza maese Kóstas Allectoros o Émporos sobre un asunto mundano de muy serio carácter y posibles implicaciones de la más grave naturaleza: según se cuenta, el Emperador Teodoro I Laskaris del Imperio de Nicea ha reunido un nutrido ejército con el que ha marchado sobre las Tróadas, encontrado escasa resistencia en su avance, a pesar de la paz forjada en el Año del Señor de MCCXIV entre él y el difunto Emperador Latino Henri de Flandes, y ratificada por la también fallecida Emperatriz Regente Yolanda el año pasado al casar a su hija Marie de Courtenay con el Emperador Teodoro. A todos ojos resulta evidente que el Emperador Teodoro está aprovechando la falta de cohesión resultante de la ausencia de un Emperador en el trono de Constantinopla, tras la muerte de la Emperatriz Regente, para lanzar una ofensiva contra los territorios latinos. Mis señores se muestran preocupados ante la posibilidad de que esta ofensiva pueda bloquear el paso por el estrecho de los Dardanelos, impidiendo el acceso al Mar Egeo y bloqueando así las dos principales rutas comerciales de la Casa Allectoros.

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En donde se detalla el contenido de la misiva recibida por maese Eric de Criamon de parte del magus Artoud de Criamon

Siendo el vigesimoquinto día del mes de octubre del Año de Nuestro Señor de MCCXX, se recibe en la casa comercial de la alianza una misiva procedente de la alianza de Xylinites, escrita por el muy sabio magus Artoud de Criamon para el siempre prudente magus Eric de Criamon.

El texto de la carta es un análisis examinando la historia de la visita de Orestes a Tauris, acompañado por su amigo Pílades, tal y como la cuenta Eurípides. Al llegar a Tauris, Orestes es hecho prisionero por los habitantes del lugar, ya que sus leyes exigen que se sacrifique a Artemisa a cualquier extranjero griego, sacrificio que llevará a cabo la sacerdotisa de Artemisa, de nombre Ifigenia. El texto aquí se extiende en las ramificaciones morales de este sacrificio, considerando la inocencia manifiesta de Orestes, que no ha cometido ningún acto innoble que le haga merecedor de ser ajusticiado, pero considerando también la falta de malicia por parte de Ifigenia, que únicamente pretende obedecer las leyes de Tauris y defender la justicia tal y como ella la entiende. Tras estas divagaciones, el texto desvela que Ifigenia es en realidad la hermana del propio Orestes, pero narra como ella no reconoce a Orestes como perteneciente a su propia sangre. Aún así, la sacerdotisa se ofrece a liberarlo a cambio únicamente de un servicio menor: que lleve una carta de ella hasta Grecia. Orestes, siendo un hombre noble, rehúsa violar las leyes de Tauris, pero ofrece a su acompañante y amigo Pílades llevar la carta mientras él se queda para ser sacrificado. Pílades, sintiendo un gran afecto por Orestes, se niega a aceptar su sacrificio, y finalmente lee la carta, que revela el parentesco entre Orestes e Ifigenia. Pílades exhorta entonces a Ifigenia a ayudar a su hermano, escapando los tres juntos sin sufrir daño. El análisis hace hincapié en la forma en que Pílades revela el lazo de parentesco que une a Orestes e Ifigenia, y en como exhorta a Ifigenia a liberar a Orestes sin condición alguna a la luz del parentesco que les une.

Un estudio crítico del texto extrae de una lectura analítica el siguiente significado implícito: que el magus Artoud se refiere en ella a la investigación llevada a cabo por el magus Teodoreto de Criamon sobre las acciones de maese Eric de Criamon en Selymbria la pasada primavera; que en la narración Orestes representa al magus Eric, mientras Ifigenia representa al magus Teodoreto y Pílades representa al mismo Artoud; que el magus Artoud no cree que mi señor d’Ancelin haya cometido delito alguno contra el Código de Hermes; que justifica las presiones del magus Teodoreto por su gran celo hacia la ley, antes que por una mala intención hacia mi señor; y que le tranquiliza afirmando que no habrá juicio contra él, especialmente a tenor de la pertenencia de todos ellos a la Casa Criamon, que debe anteponerse a esta disputa.

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En donde se narran las indagaciones sobre la alianza perdida de Ypógeios en la Santa Ciudad de Constantinopla

Siendo el octavo día del mes de octubre del año de Nuestro Señor Jesucristo de MCCXX, y tras la exploración del nivel superior del regio de la alianza, mis muy sabios señores Eric d’Ancelin seguidor de Criamon, Cháris Ex Miscellanea y Thubayta Bint Al-Hasan Al-Halqa Al-Shafiyya Ex Miscellanea deciden investigar más a fondo la historia de la anterior Alianza de Ypógeios situada en el Palacio de Nikerites, acudiendo para ello a ver al magus Tedoroeto seguidor de Criamon, de la Alianza de Xylinites.

Durante esta reunión, el magus Teodoreto interroga ampliamente en su condición de arché al noble Eric d’Ancelin sobre las actividades que este llevara a cabo en la ciudad de Selymbria el pasado julio, de las que ha tenido noticia por la reciente e inoportuna visita de la joven Dama Hannelora, hija del señor Vasileio Eiredopoios, que acudiera el día anterior al monasterio de Xylinites en busca del magus d’Ancelin, creyendo erróneamente que este era un monje que residía allí. Tras algunas disquisiciones sobre los actos del señor d’Ancelin en dicha ciudad, queda establecido que, aunque dicho magus actuó por cuenta de un poderoso noble mundano, Enrico Mauroceni, sus acciones no incurrían en cargos de interferencia con los mundanos por no atraer la ira de los mundanos sobre sus sodales, y por no utilizar ningún tipo de magia hermética en el transcurso de la investigación llevada a cabo a instancias de los Mauroceni.

Respecto a la historia de la Alianza de Ypógeios, Teodoreto les hace saber que dicha alianza fue fundada en el Año del Señor de MCCVI por los magi Antikles Periergos seguidor de Jerbiton, Polydora Charopós seguidora de Tytalus, Silenos Panagopoulos seguidor de Jerbiton y Cilla Ánthisi seguidora de Merinita, y existió en la ciudad durante aproximadamente cuatro años, hasta desaparecer misteriosamente en el Año del Señor de MCCX. Además, confirma que el símbolo grabado en el posible talismán encontrado en posesión del cadáver calcinado se corresponde al sigil del magus Silenos Panagopoulos. Narra también que, durante su existencia, los magi de Ypógeios contactaron con ellos con la intención de comerciar grandes cantidades de vis de Intellego por vis de otras Artes, en cantidades de alrededor de una torre de dicha vis (esto es, diez peones). Esto llama la atención de mis señores, ya que las fuentes de vis de la alianza consisten exclusivamente en las Artes de Rego y Vim, sin ninguna fuente conocida de la Técnica de Intellego. El magus Criamon informa también a mis señores que, tras la desaparición de la alianza de Ypógeios, se llevó a cabo una investigación hermética oficial al respecto, dirigida por el magus Georgios de Jerbiton de la alianza de la Tabula de Mikaelos, que era arché en aquella época, y con quien les recomienda hablar para obtener más información.

Considerando el mejor curso de acción para proseguir la investigación, mis señores deciden solicitar al muy noble señor Kóstas Allectoros o Émporos, socio comercial de la Alianza de Ourobóros, que indague entre los contactos comerciales de la ciudad, y al esbirro Theoclymenus y el guía Khalid que intenten obtener más información entre los mundanos de los alrededores del palacio, llevándoles estas investigaciones alrededor de una semana de trabajos.

Theoclymenus y Khalid indagan en el mercado cercano al palacio, localizando a algunos pequeños comerciantes a los que la alianza dejó algo de dinero en deuda al desaparecer. Estos les explican cómo, simplemente, los miembros de la alianza desaparecieron un buen día. Cuando las autoridades acudieron a investigar encontraron el palacio completamente vacío, y con señas que parecían indicar que los habitantes habían desaparecido sin repentinamente, tales como platos en la mesa, fogones encendidos, y demás. No se encontró, sin embargo, señal alguna de lucha, y las autoridades requisaron los bienes que se encontraron, repartiéndolos entre los acreedores. El mercader relata como, por ejemplo, él recibió como único pago un libro para el que no tenía ningún interés y que, afortunadamente para él, logró vender a un convento poco después, el de Xylinites. Preguntado respecto a la presencia de gatos, el mercader recuerda que estos eran muy comunes en el palacio en los tiempos de los Nikerites pero que, desde el asesinato de estos durante el abyecto saqueo de la ciudad, no se han vuelto a ver en las inmediaciones del edificio en las grandes cantidades que eran habituales por entonces.

Tras estas pesquisas, Khalid acude a los círculos de teatro y entretenimiento de la ciudad, averiguando que los magi de la alianza contrataban con frecuencia los servicios de actores y bailarinas, y celebrando actuaciones y obras al menos una vez por semana, siendo especialmente cercanos a las artes los magi Antikles Periergos y Silenos Panagopoulos. Este último parecía tener también un interés especial por los servicios íntimos de algunas de las bailarinas, que no tenían problema en complacer sus necesidades carnales por unos pequeños recargos. Los actores también habían tratado en ocasiones con la maga Polydora Charopós, de la que tenían una pobre opinión a pesar de sus intentos por mostrarse amistosa, probablemente a causa de los efectos de su Don. Por otra parte, parece ser que no habían tenido mucho contacto con la maga Cilla Ánthisi, a la que simplemente habían visto por el palacio en alguna ocasión escasa.

Por su parte, maese Allectoros indaga en el Gremio Comercial de la ciudad, averiguando que la alianza de Ypógeios subsistía principalmente como artesanos manufacturando libros, papel y material de laboratorio de vidrio, una buena parte de los cuales maese Allectoros piensa que se vendía dentro de la misma Orden de Hermes, a tenor de la disparidad entre las materias primas que compraban y los productos manufacturados que vendían entre los comerciantes mundanos. También localiza a uno de sus proveedores de materias primas, Thales de la familia Nasso, en cuyo empleo encuentra a tres supervivientes de la desgraciada alianza: un agente comercial llamado Lemnos, que se encontraba fuera del palacio cuando acaeció la desgracia, y los dos grogs que lo acompañaban. Interrogando a Lemnos, este le cuenta que lo que recuerda, a saber: que todos los habitantes de la alianza desaparecieron sin dejar rastro, tal y como ya se sabía por las indagaciones de Theoclymenus y Khalid; que poco antes de la desaparición habían visitado la alianza los magi Syagricus seguidor de Jerbiton y Evantia seguidora de Jerbiton, marchándose unos días antes de que desapareciera la alianza; y que el magus Antikles Periergos se había enfadado bastante unos días antes de la desaparición, porque se habían escapado algunas de las serpientes que tenían capturadas.

Finalmente, maese Allectoros averigua también, consultando los registros imperiales de la burocracia de la corte, que el Palacio de Nikerites había pertenecido a la familia Nikerites desde que se tiene constancia, y que dicha familia, exterminada en su totalidad durante el repugnante saqueo de la Ciudad de Dios de Constantinopla, había trazado sus raíces hasta la fundación de la ciudad por el Emperador Constantino, en el Año de Nuestro Señor de CCCXXX, bajo el nombre de Nova Roma Constantinopolis.

Tras estas averiguaciones, mis señores Eric d’Ancelin y Thubayta Al-Shafiyya se dirigen a la Alianza de la Tabula de Mikaelos, ya en el vigésimo segundo día del mes, para entrevistarse con Georgios de Jerbiton. Allí les recibe el magus Wilrich de Casa Flambeau, un enérgico y fervientemente cristiano miembro de la orden de origen germánico que acudió a Constantinopla junto a la Cuarta Cruzada pero que, al ver las atrocidades de los cruzados, se unió a los defensores de la Joya del Mediterráneo contra los cruzados, a los que tacha sin rubor de apóstatas y diabolistas. Les cuenta con fervor como batalló personalmente contra demonios que apoyaban a los cruzados durante la defensa de la Ciudad Santa, y como fue testigo él mismo de la terrible lucha en el Hipódromo entre la Hagka, una inmensa águila de dos cabezas que ha sido siempre la divina defensora del Imperio y parte del escudo de armas de la Ciudad, y una bestial criatura infernal, un demonio en la forma de un enorme leopardo negro bicéfalo alado, grande como un elefante. El vencedor del combate fue finalmente, según Wilrich, la criatura infernal, que hizo huir a la Hagka, gravemente herida. También según el Flambeau, el diabólico leopardo poseía una resistencia mágica que sus conjuros no lograron penetrar y, acorde a sus cálculos, de alrededor de décima magnitud. También afirma fervientemente el pío magus que todos los venecianos son diabolistas y consortes con demonios, y que el mismo Papa de Roma, Su Santidad Honorius Tertius, es un agente de Satán, pervertido por el Maligno o tal vez incluso consciente seguidor del Enemigo.

Enardecido por su narración, el magus Wilrich les hace partícipes de las aspiraciones de la alianza de la Tabula de Mikaelos, cuyo objetivo según él consiste en combatir contra las fuerzas infernales traídas por los venecianos al Imperio en general, y concretamente a Constantinopla de los Puertos, para restaurar así la grandeza de la Capital Imperial expulsando a los invasores latinos. A este efecto se encuentran embarcados en estos momentos en la búsqueda del paladio, un objeto que se encontraba guardado en una cámara bajo la Columna de Constantino junto a otras reliquias: doce cestas que contenían los fragmentos de las hogazas y pescados con los que Jesucristo alimentó a cinco mil, el hacha utilizada por Noé para construir el Arca, el frasco que contenía el perfume que la Magdalena vertió sobre la cabeza del Señor, y las cruces de los dos ladrones que fueran crucificados junto a Él en el Gólgota. Si el paladio y todas estas reliquias fueran restituidos, la guarda que protegiera otrora las murallas de Constantinopla contra los invasores sería restaurada. Es por ello, explica Wilrich, que justo antes del saqueo de la ciudad estos objetos fueron robados por alguien desconocido, pero que sin duda trabajaba para las Fuerzas del Maligno.

Tras la conversación con el magus Wilrich, mis señores hablan finalmente con el magus Georgios seguidor de Jerbiton, el que encabezara la investigación de la desaparición de la alianza de Ypógeios. Este les explica, con una actitud franca y abierta, que efectivamente investigó la desaparición de los magi de Ypógeios, junto a Teodoreto de Xylinites, y que al investigar encontraron el palacio completamente vacío, llamándoles especialmente la atención que el aura de la alianza había desaparecido, siendo sustituida por un aura divina de tercera potencia. Descubrieron entonces que se había generado un regio en el lugar, a donde había sido transportada el aura mágica de quinta potencia que fuera normal en la alianza, y obtuvieron acceso a dicho regio, no sin dificultades. Allí encontraron los cadáveres de los habitantes de la alianza, entre claras señales de combate, y los cadáveres de varias serpientes mágicas, destacando especialmente una de enorme tamaño de una veintena de yardas de longitud.

Tras examinar el regio, contactaron con el magus Syagricus, viajando a la Alianza del Jardín de Moero donde este reside, no sin alguna dificultad, y entrevistándose con él y con la maga Evantia. Syagricus se mostró colaborador y abierto, según explica el magus Georgios, pero Evantia fue algo esquiva y reacia a colaborar. Ambos les explicaron lo que sabían y les hablaron de la existencia de un regio con un aura de séptima potencia donde habitaba una mujer que parecía ser algún tipo de oráculo, y para acceder al cual los magi de Ypógeios se habían puesto en contacto con Evantia, dada su conocida experiencia en el área de las regiones. A la luz de esta información dedujeron ellos que no se había generado espontáneamente un regio, sino un nuevo nivel de un regio ya existente, suceso mucho menos inaudito que la primera hipótesis que habían barajado.

A su vuelta, los magi Georgios y Teodoreto intentaron acceder al nivel superior del regio, sin éxito. Tampoco lograron, en ningún momento de la investigación, hablar con Ypógeios, el genii loci del palacio y patrón de la alianza del mismo nombre.

Finalmente, la comisión de investigación decidió que la aparición del nuevo nivel del regio debía haber sido el resultado de un experimento desastroso de laboratorio, y que los magi debieron morir a manos de las serpientes, por motivos desconocidos, aunque sus cuerpos nunca fueron encontrados. A los tres años se les dio oficialmente por muertos.

Haghia SophiaTras conversar con el magus Georgios, mis señores Eric de Criamon, Cháris Ex Miscellanea y Thubayta Ex Miscellanea acompañan a Wilrich de Flambeau a la catedral de Haghia Sophia, donde constatan que, tal y como les explicó el germánico, existe una poderosa aura de naturaleza infernal en la nave central, que mi señor d’Ancelin confirma que es de aproximadamente séptima potencia. El santo padre Simón Ristopoullos visita posteriormente la catedral acompañado de Theoclymenus, bajando también a las criptas que hay bajo la nave central en compañía de un sacerdote, y entre ambos constatan que el origen del aura es, efectivamente, el asesinato de más de un millar de sacerdotes y fieles ortodoxos inocentes a manos de los cruzados, durante el saqueo de la ciudad, y que la nefasta aura se adscribe únicamente a la nave, sin permear a las criptas que hay debajo.

No pasa desapercibido al vivo intelecto de mis siempre sabios señores una cierta disparidad entre lo narrado por el magus Teodoreto de Xylinites, y lo narrado por el magus Georgios de la Tabula de Mikaelos, ya que el primero afirmó no haber participado en la investigación, mientras el segundo declaró haberla realizado juntamente al primero. Extrañados por este hecho, mi señor Eric d’Ancelin escribe sendas misivas a ambos citándolos en Ourobóros, donde les confronta con tan singular paradoja. Ambos magi se reafirman en su versión, y se muestran muy extrañados por la del otro, así que se decide consultar con los grogs de ambas alianzas. Tanto los de Xylinites como los de la Tabula de Mikaelos afirman que el magus Georgios realizó la investigación él solo, de lo cual los magi deducen que los recuerdos del Jerbiton han sido alterados.

Recapitulando sobre su memoria de los acontecimientos, Georgios se da cuenta que en sus recuerdos él entregó a Teodoreto el libro que encontraron en Ypógeios y que contenía los textos de laboratorio de Antikles Periergos durante los cuatro años de existencia de la alianza, así como las reservas de vis que encontraron, que subían a un monto total de alrededor de tres reinas de vis (esto es, unos trecientos peones). Sin embargo, Teodoreto afirma no saber nada de todo esto, y explica así mismo que Georgios declaró en la vista en el Tribunal que no se había encontrado nada en Ypógeios, otro hecho que no coincide con los recuerdos del Jerbiton. También habla el magus Georgios sobre un asalto pirata que sufrieron en el viaje de vuelta de visitar la alianza del Jardín de Moero, que en sus recuerdos se saldó al hundir Teodoreto la nave insignia de los saqueadores, mientras que los grogs que le acompañaban aseguran que Teodoreto no iba en el viaje, y que la nave en verdad asaltó el barco en el que viajaban, luchando brevemente con la tripulación antes de ser expulsados de vuelta a su propia embarcación.

Los magi postulan varias hipótesis respecto a lo sucedido a la memoria del magus Georgios, pero ninguna se muestra suficientemente satisfactoria: ¿Si el objetivo era obtener la vis y el libro, por qué no borrar totalmente su existencia de su memoria, ya que claramente el autor podía eliminar recuerdos, como el del contenido de los textos de laboratorio? ¿Si el falso recuerdo es el resultado de un Ocaso del magus Georgios, por qué no recuerda haber entrado en Ocaso, ni había cambiado su comportamiento en ningún aspecto? ¿Si Teodoreto o Georgios mienten, por qué descubrir su propia mentira dirigiendo a mis señores a hablar con el otro? Y finalmente, ¿por qué no alterar también la memoria de los grogs que acompañaban al magus Georgios de Jerbiton en la investigación de Ypógeios y en el viaje al Jardín de Moero?

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